Quiénes Somos
Nuestra congregación
"En el Corazón de «Aquel a quien traspasaron» contemplamos la manifestación de la misericordia, que nos lleva a mirar el mundo con esperanza. " (Constituciones ACI N°2).
Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús (ACI) somos una Congregación Religiosa, fundada en 1877 por Santa Rafaela María Porras y su hermana Pilar.
Nuestra espiritualidad ignaciana le da un modo de ser al carisma que hemos recibido de la Iglesia y que ponemos en práctica en nuestro modo de concebir la educación: la Reparación del Corazón de Jesús.
Vivimos nuestra misión en:
- La Eucaristía, los tiempos de Adoración y las actitudes que brotan de ella, como centro de la vida y compromiso por la justicia en el amor.
- La educación evangelizadora: REPARAR EDUCANDO Y EDUCAR REPARANDO, reconciliar, sanar, unir, crear, dar vida, hacer crecer…
Nuestra congregación está presente en 24 países de África, América, Asia y Europa.
La Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús educa como parte de su misión evangelizadora. En esta misión, dada por Jesús a través de la Iglesia, participan los laicos que comparten el seguimiento de Jesús en esa misma espiritualidad y sirven al pueblo de Dios en la educación. Los laicos encuentran en este servicio un fecundo campo para realizar su vocación.
Santa Rafaela María, nuestra fundadora
“Muéstranos, Señor, tus caminos; danos luz
para no hacer más que lo que sea Tu volundad.”
Santa Rafaela María
Rafaela María Porras y Ayllón nació el 1 de marzo de 1850 en Pedro Abad (Córdoba, España). En el año 1874 comienza su camino religioso, que la lleva a fundar la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón en 1877. Murió en 1925 en Roma, donde permaneció los últimos 32 años de su vida.
Rafaela María y las primeras Esclavas del Sagrado. Corazón comprendieron que el corazón es el centro de la persona, desde donde esta se forja, por ser la sede de la voluntad y del amor. Intuyeron que favorecer y cuidar el corazón es educar para que la persona crezca libre, sana y feliz.
Rafaela María, a pesar de las dificultades que vivió, encontró a Dios en todo; vivió reconciliada y reconciliando. Supo amar a cada persona en lo que era y alentarla para que pudiera ser lo que Dios soñaba de ella. Creía en las personas y en sus posibilidades. Esta es, en definitiva, la esencia del espíritu reparador de nuestra congregación.
Santa Rafaela decía que "el Instituto es universal como la Iglesia” y la universalidad se encarna en la Iglesia local; de ahí que los colegios de la congregación son centros educativos iluminados por el magisterio de la Iglesia. La universalidad marca nuestra educación, que busca abrirse al propio país y al mundo, al diálogo y a la tolerancia, a sentirnos hermanos de todos.
Pablo VI proclamó a Rafaela María santa el 23 de enero de 1977.